...dicen que la soledad es no tener a nadie a quién volver...

Ay... igual que en las películas, después de que el protagonista vive un gran momento en su vida, todo se derrumba y queda prendido de un delgado hilo que lo sostiene por encima de un abismo profundo y oscuro...
Haciendo una síntesis de los últimos días, puedo comenzar con las últimas horas del 2006, las cuales fueron una especie de resumen/repetición breve de lo que fue el año pasado para mi... Trabajar el domingo por la mañana, trapear toda la línea de cajas en Soriana, bromear con la Supervisora Elia, ser de nuevo el Cajero Estrella, salir corriendo a la Central, abordar el mismo bus que :A:, irme de compras a Plaza del Sol, a comer en KFC (a pesar de que tengo uno frente a mi casa, estando en Gdl se me antoja), tomar un atestado camión urbano -con nueva tarifa-, llegar al departamento de Armando, bañarme, arreglarme, ir dar Gracias a Dios por el año que terminaba en el Templo Expiatorio, irme de antro...
Fue emocionante encontrarme con amigos que no veía hace tiempo: Edgar, Israel, y JJ. Ver el show, pasar el año nuevo junto a mis amigos, recibir mensajes inesperados al celular, comer uvas, y quedarme sin sidra porque no fui por mi botella a tiempo, jajajaja... El caso es que el año inició muy bien. El día 1, por la mañana, me fui a desayunar una torta ahogada con La Gorda, la cual me supo deliciosa, acompañada unos cafés... Luego, era infaltable visitar la Cow Parade, tomarme muchas fotos, y, finalmente, regresar a Ciudad Guzmán temprano, para descansar... En el transcurso, encontrarme con un taxista que me cobró mucho menos de su tarifa normal, y un boletero que me diera el descuento de estudiante en el Periférico, fueron señales del buen año que iniciaba. Aclaro, estos descuentos fueron gracias a la intervención de :A:
Mi primer día de trabajo en el año trajo tambien la noticia de que, a partir del sábado 6 de Enero, el turno de los parciales -como en mi caso-, crecería de 4 a 6 horas... Lo consideré buena noticia, pues ganaré más. Todo pintaba bien. Pero no. Esa misma noche, de repente, una serie de escalofríos me atacaron, iniciando con los síntomas de una infección en la garganta que me dejaron fuera de circulación el resto de la semana. Incapacitado, enfermo, sin fuerza ni ganas e nada, pasé los días encerrado en mi casa, en mi cama, sin poder tolerar ni siquiera la televisión encendida. Pero mi ánimo seguía fuerte...
Seguía, porque ya no. Desde el Domingo, poco a poco, me he ido sumiendo en una tristeza, una melancolía que no se de dónde llegó, cómo es que se coló en mi puerta, y ahora no me deja en paz. Todos estos días, desanimado, desmotivado, desesperanzado... hasta legar a tocar fondo esta tarde... -bueno, espero que sea el fondo, pues después del fondo ya sólo queda subir de nuevo-.
Pero, ¿qué se le va a hacer? Así somos los seres especiales, los ángeles caídos...
Lástima que no hay nadie con quien compartir la melancolía de los días (y releyendo, me doy cuenta de la gran incongruencia que he escrito, pero que no me molestaré en corregir).

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