No apaguen la luz...

…estoy escuchando a José José. Son las primeras horas del 19 de septiembre. Hace 20 años, dormía profundamente, sin saber el agitado despertar que me esperaba. Hoy, no puedo dormir, pues todo yo estoy cimbrado por los últimos acontecimientos.

La “caída” del Puente Patrio abrió heridas que creí cerradas. Y las heridas abiertas duelen, más aun cuando creí que ya estaban cicatrizadas. Pero así es la vida. Los fantasmas del pasado nunca te dejan en paz, y de vez en vez vuelven para recordarte que vivir no es solo el gozo, sino también el dolor.

Sin embargo, hoy, a diferencia de otros días, estoy tranquilo. ¿Para qué temer a lo desconocido, si también se le puede esperar ansiosamente?

(…)

Lo que sí me pesa es que para mañana tengo que hacer tarea, ir a trabajar, asistir a mis clases de la Universidad… con gusto largaría todo y me iría a tirar bajo un árbol, en el cerro, acompañado sólo de los sonidos del viento… Pero ya habrá momento. Para todo hay momento, todo llega… lo malo es que sólo nos damos cuenta de que llegó cuando ya se había ido.

José José sigue cantando. Me sonrío de lo que escucho: Y yo sigo pensando… pienso en que aún no hago la tarea para mañana, en que ya tengo que dormir, en que no quiero meterme en la cama, en que, a pesar de todo, se que mi oportunidad esta más cerca…

De repente recuerdo a Sebastián y su vida “en jirones…”. Mi vida estuvo (¿está?) en jirones. Ya no (¿no?). A pesar de que mi historia cuenta con una versión corregida, aumentada y/o diferida de A., y a pesar de que Sebastián y yo nos parecemos mucho, (¿demasiado?), no estoy en posición de cometer su mismo error. A., en mi caso, no es la divinidad que su A. era…

“Yo que fui tormenta, yo que fue pecado, yo que fui volcán, soy un volcán apagado…”.

Sí, como no. A otro perro con ese hueso.

…puta madre…

(ya terminé mi tarea)

Comentarios