Hoy... hace un mes - VII -

28/NOV/2005
Por más que intenté en toda la mañana, no pude tranquilizarme. Así que en cuanto salí de mi trabajo, me fuí directo al hospital. Llegué justo cuando el Dr. Brizuela le iba a a hacer la revisión médica, por lo que preferí quedarme y no ir a la Universidad.
Aunque era algo que ya sabíamos, cuando el Dr. Brizuela diagnosticó neumonía, un escalofrío me recorrió por toda mi piel, aún a pesar de que el médico dejó indicaciones muy claras sobre el tratamiento a seguir. Sin embargo, el verlo mejor, a comparación de la noche anterior, me tranquilizó en cierta medida.
Me fuí a la Universidad después de un rato, pero más que para ir a clases, fue para investigar al respecto de la neumonía. Lo que encontré me hizo abrigar esperanzas de que se iba a recuperar, aunque esos cuatro días originales de internamiento se convertirían en dos semanas más, tal vez.
Regresé al hospital cuando ya la noche había caído, y me quedé un buen rato cerca de mi padre, atendiéndolo, observándolo como nunca lo había hecho. En ese momento, todo rencor que le hubiese guardado estaba ya eliminado de mí, y deseaba que estuviera recuperado para, entonces, aprovechar las terapias de rehabilitación para acercarme un poco más a él. Para nadie es un secreto que nuestra relación no era la mejor, pero nunca caí en el error de renegar de él, porque siempre he tenido muy en claro que fue él, junto con mi madre, quienes me dieron la vida.

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