Ráfaga de viento.

En casa de mi tía me esperaban a comer. Yo me iba a bañar, y una ráfaga de viento cerró la puerta, quedándome afuera, sin llaves, sin celular, sin zapatos. Y sin nadie que me abriera la puerta. Y comenzó mi odisea tratándo de abrirla, aunque finalmente nunca se abrió. No podía entrar, pero tampoco podía irme. A pesar de que podía tomar un taxi e irme asi, sin zapatos, mi computadora estaba encendida, y todo el rato que estuve allí no dejó de sonar la misma canción, "Porque tengo ganas", de Marisela, una y otra vez. Pensé en quitar la luz, pero tampoco podía dejar el refrigerador así, sin energía. Estaba atrapado. Pensé en romper el cristal, pero me pareció una idea exagerada. Mucho tiempo después, decidí ir con una vecina, y le llamé a mi mamá. No supe por qué se me ocurrió hasta entonces, pues poco tiempo después llegaba mi primo con las llaves. Y también me dijo que me esperaría para llevarme a la comida de mi tía.
Hasta ese momento, yo lanzaba maldiciones contra lo que se me pudiera enfrente, no podía creer porqué me pasaban esas cosas... pero todo tiene razón de ser, y ese atraso provocado por la puerta cerrada tenía una razón: hace poco más de un mes me encontré un bolso de mujer olvidado en alguna banca del Jardín Principal, y yo lo tomé, lo llevé a casa e hice todo lo posible por entregaserlo a su dueña. El bolso resultó ser de una joven embarazada, que tenía un interés especial en su tarjeta de citas del Seguro, dónde se le indican unos análisis necesarios para su estado de salud. Así las cosas, después de varios días, una noche llegó ella, acompañada de su mamá, y les entregué el bolso. Ella, algo apenada, me dijo que en ese momento no tenía dinero, pero que en cuanto tuviera, me daría algo como gratificación. Yo le dije que no, no era necesario. Ella insistió en que sí, y dijo que volvería. De eso hace poco más de un mes... y hoy, justo cuando salía a la comida de mi tía, llegó un policía a buscarme en una camioneta... era el esposo de la joven, y de hecho, ella venía en la camioneta, con el niño en brazos. Ya había nacido, y venían a darme las gracias por el favor. Me ofrecieron dinero, y yo no lo acepté. Pero insistían... finalmente, decidí quedarme con ellos y usarlos para algo bueno...
Y todo, gracias a que una ráfaga de viento me cerró la puerta y me dejó atrapado.

Comentarios

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