Cerca la bala y profundo el alelí

Ha sido una semana bizarra. Pero, para comenzar... ¡Me gané mi premio por ser el cajero con menor desviación! Así pues, tengo derecho a descansar un fin de semana, sábado y domingo, sin saber nada de Soriana. Y si le sumamos que la semana pasada trabajé en mi día de descanso, pues resulta que me deben otro día, a elegir segun me convenga... y creo que ya sé en donde colocaré ese día...
El miércoles 10 fue Día de la Madre... y mi mamá en Guadalajara desde el viernes pasado. Así que, afortunadamente, fue un día normal en mi vida. Y es que, la verdad, odio esos días en los que a la gente le brota el amor maternal de no se dónde, y, para colmo, intenta demostrarlo comprando tontería y media: que si las flores, el pastel, la plancha, la licuadora, la blusa barata que se encontraron en el camino, los chocolates, el oso de peluche feo de última hora... Nunca he estado de acuerdo con eso de "El día de...", ya sea la madre, el padre, el abuelo, el compadre, del amor y la amistad... Prefiero recordar y ser conscuente con días tales como el de la lucha contra el Sida, de la mujer, contra el cáncer... Para celebrar a los que quiero, cualquier día es bueno (y bueno, se salvan las fechas de cumpleaños, aniversarios, Navidad, Año nuevo y alguna otra realmente especial...).
Y ya que hablo de celebraciones que valen la pena, al día siguiente, el jueves 11, fue el cumpleaños de Rodrigo, mi compañero de clase y agraciado con mi mismo nombre, así que, después del estrés de andar organizando a la gente, logramos pasar un muy buen rato, de hecho, mucho mejor de lo que hubieramos pensado... hasta besos hubo, ¡jajajaja!, besos y cerveza, mucha cerveza... aperitivos que más tardaban en llegar a la mesa que en deseparacer, y un extraño fondo musical... Lo mejor de todo fue que, finalmente, logramos estar juntos los cinco compañeros más cercanos en mi grupo: Claudia, Mago, Yaya, Rodrigo y yo... ¡y no nos tomamos una fotos de los cinco! que pena... jajajaja. Un buen cierre de la noche fue que comenzó a llover, y llover, y llover... y no dejó de caer agua durante las siguientes 24 horas...
Pero a todo buen momento, llega el malo... ese mismo jueves, por la mañana, el Gerente de Soriana nos pidió, como un favor especial, que los cajeros parciales (medio tiempo) del turno matutino nos presentáramos a las 7 de la mañana... a mi, incluso, fue a pedirmelo en persona... esa fue la razón por la que, a pesar de ser el viernes mi día de descanso, me presenté a trabajar a las 7:50, desvelado y con una buena cruda. Y sólo fue para no hacer nada, y terminar cobrando, y, por unos minutos, desviarme y perder mi premio... afortunadamente logré balancear las cuentas, y el premio volvió a mis manos.
Finalmente, no hice nada fuera de lo normal el fin de semana. Me quedé en casa el sábado esperando la llamada de un amigo que vendría para irnos a tomar unas cervezas, y en casa seguí el domingo.
Ahora que lo pienso... no encuentro lo bizarro en mi relato... Qué bizarro, ¿no?

Comentarios

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