Me es un tanto difícil escribir esta noche. A medida que avanzan los minutos, las horas; y que el Jueves 30 se acerca, los recuerdos se hacen presente, y de nuevo las emociones vuelven a sentirse, como si de nuevo estuviera viviendo esas últimas horas en que mi papá estuvo con vida...
Han pasado ya todos los días del calendario desde aquel día; han pasado ya una navidad y un año nuevo; nuestros cumpleaños, el suyo, han pasado ya todas las fechas familiares, y hasta su primer día de muertos, su primera vez en que el altar de muertos es dedicado él. Ha pasado un año entero, y ésto no deja de doler, no deja de sentirse, no desaparece...
De entre los muchos recuerdos de aquellos días, de aquel día en particular, vuelve a surgir el de aquella melodía que no supe indentificar, la que nunca supe de donde salió, y que con alto volumen inundaba los pasillos del hospital mientras que yo corría de un lado a otro, en desesperación, hasta llegar al cuerpo, ya sin vida de mi padre. Esa melodía, que durante varios días no pude quitar de mi cabeza, vine a identificarla poco después, y a partir de ese momento, se convirtió en una canción muy personal, una melodía íntima con un significado único, por todo lo que implica para mi escucharla, es imposible no remontarme de nuevo a esa mañana, a esas horas, a ese momento justo, ese punto
Yo se que él nos ve, me ve a mi. Y este día, no se olvidará nunca...
Descansa en paz.
Descanse en paz...
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