
Me emocioné, para qué decirte que no, y bajé con la postal entre mis manos para compartirla con quien sabía que entendería la alegría que me llenaba. La leímos juntos, y luego la guardé cuidasosamente. Me acompañó un rato a mis encargos de la noche, y regresó a mi habitación, donde nuevamente la lei. Cai en la cuenta de que hace ya casi 4 años que te conozco, y apenas supe son los trazos de tus letras, tu ortografía sobre el papel, tu nombre escrito por tí mismo.
¡Gracias Jhon Aleksander!
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