Llegó tu postal

No la esperaba tan pronto. Mis previas experiencias me dictaban que sería hasta que Enero estuviera agonizando cuando la tuviera en mis manos. Por eso fue mayor la sorpresa cuando llegué y la vi en la pequeña mesa que está justo a la entrada de mi habitación. No fue necesario siquiera ver el remitente, supe que era tuya y la tomé de inmediato.
Me emocioné, para qué decirte que no, y bajé con la postal entre mis manos para compartirla con quien sabía que entendería la alegría que me llenaba. La leímos juntos, y luego la guardé cuidasosamente. Me acompañó un rato a mis encargos de la noche, y regresó a mi habitación, donde nuevamente la lei. Cai en la cuenta de que hace ya casi 4 años que te conozco, y apenas supe son los trazos de tus letras, tu ortografía sobre el papel, tu nombre escrito por tí mismo.
¡Gracias Jhon Aleksander!

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