Los dulces.

Tomé los dulces entre mis manos. No se ni para qué, nunca me han gustado los dulces, pero una extraña ambición me hizo llenarme las manos y bolsillos de caramelos de todos los colores. Los niños me seguían con ojos rabiosos, parecía que estaban a punto de atacarme y arrancarme el ansiado tesoro.
Comenzó a llover, gruesas nubes se deshacían sobre las calles, y tomé la decisión de aventar los caramelos a la corriente que no dejaba de crecer. Y tras ellos, como jauría, los niños se abalanzaron, hundiéndose lo mismo dulces que chiquillos frenéticos por consumir azúcar sin límite.
La corriente, todo se lo llevó.

Comentarios

  1. hola qué tal! tus posts me agradan, creo que eres inteligente y me gustaría platicar contigo qué dices? saludos que estés bien

    ResponderBorrar

Publicar un comentario